Hola Hermano/a: Te doy la bienvenida a este espacio que desea ser justamente un vinculo que te lleve al Cielo. Ojala este sitio sea esa Escalera como la que Jacob vio en sueños alla en Betel y puedas decir como el: " Esta si es casa de Dios y puerta del cielo" y ver a los angeles de Dios subir y bajar por ella llevando tus oraciones y trayendo bendiciones de parte de Dios para tu vida.

martes, 27 de julio de 2010

La Gloria de Dios- Noemi Luz / Ricardo Montaner


OFRECER UN SACRIFICIO DE ALABANZA



“Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza

Y cumple las promesas que hiciste al Altísimo.

Invócame en los momentos de peligro; yo te librare, y tú me darás gloria.



Entiendan bien esto los que olvidan a Dios,

No sea que los destruya sin que nadie los libre.

El que me ofrece un sacrificio de alabanza, es el que me da gloria;

Al que rectifique su camino yo le mostrare la salvación de Dios”.



Salmo 50, 14-15. 22-23

El Salmista, henchido de amor y de adoración a Dios, nos aconseja a tener actitudes concretas en nuestra relación a Dios:

1) Ofrecer sacrificio de alabanza Dios lo libra

2) Cumplir las promesas hechas a Dios

3) Invocarlo en los momentos de peligro

4) Dar gloria a Dios

5) Rectificar sus caminos Dios le mostrara su salvación



Muchas veces hablamos de la alabanza y no se si estamos tan convencidos de lo que es y de cómo hacerlo.

Como para hacer un diagnostico tendríamos que hacernos al menos tres preguntas fundamentales:

¿Qué es alabar? ¿Por que alabar? ¿Para que alabar? Y agregaría otra más: ¿a quien alabar?

Alabar es exaltar, elogiar a alguien por lo que es, no por lo que hace. Su propio ser merece alabanza, su esencia es digno de elogio.

Lo alabamos porque es justo y es necesario cuando alguien es magnifico en grado superlativo, exaltar sus virtudes.

Lo alabamos para atraer su atención hacia nosotros. No seamos ingenuos de no querer creer que es así.

Ahora bien… ¿a quien alabar?

Podría decir que podemos alabar a mucha gente que tiene buena madera, que es buena gente, que tiene virtudes. Y de alguna manera es así. Pero ALABAR, con mayúscula y con todas las letras, solo podemos alabar a Dios.

Lo alabamos no por lo que hace sino porque EL ES DIOS. Nosotros somos criaturas, seres imperfectos y pequeños en todo sentido, pero El ES EL GRANDE, EL PODEROSO, EL JUSTO, EL MARAVILLOSO, EL SOBRENATURAL, EL SOBERANO. EL ES. יהוה ADONAI.

No son sus acciones lo que debemos alabar porque estas acciones siempre redundan en beneficio nuestro. Es decir, siempre nos beneficiamos de las acciones de Dios. Entonces ya no lo estaríamos alabando porque El es el Creador sino porque nosotros somos los beneficiarios de sus hechos y eso seria adulación. Dios no me va a dar más porque lo adule como si estuviera haciendo un trueque. Dios no es corrupto, no acepta sobornos.

Lo debemos alabar cuando estamos bien y cuando estamos mal, cuando reímos y cuando lloramos, cuando estamos sanos y cuando estamos enfermos…porque El debe ser alabado independientemente de nuestros estados de ánimo o de salud.

Es en este punto donde la alabanza se convierte en un sacrificio. Porque para ofrendar, sacrificar, debemos descentrarnos de nosotros mismos. Es necesario desenfocarnos de nuestros propios gustos y deseos. Un sacrificio que brota de un corazón enamorado, herido, quebrantado, quemado, pulverizado.

Es oblación (del latín oblatĭo, Ofrenda).

Este sacrificio, corresponde a la ofrenda de un don perceptible por los sentidos, como manifestación externa de la adoración hacia Dios. La ofrenda no se convierte en sacrificio hasta que el don visible sufre una transformación.

Por ejemplo, al ser muerto, o al derramar su sangre, al quemarlo, al derramarlo, etcétera.

Un sacrificio de alabanza que sale de las profundidades del alma, y que se quema como incienso en la presencia del Señor, que brota de mi nada hacia EL QUE ES TODO.

Es un sacrificio de alabanza porque siendo yo un pecador, sin derecho ni siquiera a elevar mis ojos al cielo, el Señor vino a salvarme y a redimir mi vida.

Jesús no se fijo en su condición de Dios, tomo condición de esclavo y se abajo hasta la muerte y muerte de cruz para pagar el mayor precio que alguien puede pagar en rescate de otro.

Es digno ofrecer un sacrificio de alabanza por todos y cada uno de los sufrimientos por los que tuvo que pasar el Amado por amor personal y particular a cada uno, como si El hubiese sido el peor y más cruel de los malhechores.

El salmo nos dice que también debemos cumplir las promesas que hemos hecho al Señor.

Un sacrificio de alabanza es cumplir las promesas al Señor, porque cumplir la palabra dada cuesta, muchas veces duele, muchas veces tritura el alma.

El Señor es un Dios que cumple cabalmente todas las promesas hechas en su Palabra. Hay más de trescientas promesas hechas en la Biblia por nuestro Padre y todas ellas se cumplen en Cristo Jesús: promesas de salvación, promesas de liberación, promesas de felicidad, promesas de fidelidad, etc.

Ahora bien...nosotros ¿cumplimos con las promesas que le hacemos al Señor?

Y no hablo de esas promesas supersticiosas de que “si me das tal cosa te prometo hacer tal otra”.

Por ejemplo: “si me sanas de esta enfermedad te prometo ir caminando hasta Lujan”; después continuo mi vida sin convertir, pero la promesa la cumplí.

No. Me refiero a las promesas que hacemos frente a la presencia de Dios de amor constante, de fidelidad, de obediencia, de castidad, de austeridad, etc.

Porque muchas veces nos apresuramos a prometerle al Señor seguirle sin desmayar y después a la primera contrariedad nos alejamos… y chau promesa.

Otras veces prometemos obedecer en todo al Señor y cuando tenemos que obrar como verdaderos cristianos en el mundo siendo profetas...chau promesa de obediencia.

Otras viene cualquiera a ofrecerte cualquier viento de doctrina y chau fidelidad…me voy a otro culto…acá no me entienden…allá me enseñaron a leer la Biblia. Me pregunto: ¿Qué hiciste durante cada Misa cuando se leyeron las tres lecturas, el Salmo y la homilía (que es Dios hablando a través de su ministro)…?

Realmente a veces somos muy irresponsables a la hora de prometer.

El Eclesiastés es muy claro con respecto a las promesas hechas a Dios (Ecle 4,17; 5, 1-5)

El Señor nuevamente me promete que si lo invoco en el peligro el me va a librar con un fin: que le de gloria.

Cuantas veces estamos en peligros y de lo último que nos acordamos es de Dios!!!!!

Y no hablo ahora de peligros de accidentes, o de desgracias solamente, sino del peligro de caer tentación, de caer en pecado, en el peligro de no serle fiel, en el peligro de no amarle con todo el corazón, del peligro de ser ocasión de pecado para mi hermano…¡esos son los verdaderos y peores peligros!¡de esos peligros tiene que salvarme el Señor!

Muchas veces podemos estar en peligro de enfriarnos en el amor a Dios, de perder el amor primero.

Pero el Señor me dice que si lo invoco en momentos de peligro, el me librara para que le de gloria.

¿Qué es darle gloria? Hacer su voluntad. Un hijo cumple con sus deberes de hijo cuando vive y obra de modo tal que hace sentir a su padre orgulloso, honrado.

Un hijo honra a su padre cuando al hacer algo bueno o ser buena persona, la gente dice: “es hijo de fulano de tal”. Honra su apellido. Lo mismo ocurre con los hijos de Dios.

El Hijo Jesús honro a su Padre con su modo de vivir, de obrar, de servir, de morir y el Padre espera que sus hijos en el Hijo hagan lo mismo y le den gloria.

Nosotros no vamos a agregarle gloria a Dios pues El es la gloria, pero espera que lo honremos, que lo respetemos.

Lo honramos cuando volvemos sobre nuestros pasos y nos convertimos de nuestra vida de pecado. Cuando obramos conforme a su voluntad. Su voluntad se manifiesta en sus mandamientos: cuando los cumplimos le damos gloria.

Si soy soltero, soy soltero. Si soy casado, soy casado. Si soy consagrado, soy consagrado.

Lo honro y le doy gloria si antes era ladrón y ahora no lo soy. Lo honro si antes era adultero/a y ahora soy fiel a mi esposo/a. Lo honro si antes vestía indecentemente y ahora visto con modestia. Y así con todo.

Se dan cuenta…en la transformación de nuestra vida, en la conversión a Dios esta el sacrificio de Alabanza…la honra, respeto que Dios se merece por ser Dios. Y El, que es rico en misericordia y amor nos brinda su salvación.


Oremos:

Amado Padre Dios:

Hoy vengo ante tu divina presencia para adorarte porque eres Dios. Mi Dios. Te adoro porque ere Soberano y en tus manos están puestas todas mis esperanzas, mis ilusiones, mis afectos y mi dicha.

Te adoro porque de un modo admirable nos creaste y de un modo aun más admirable nos redimiste.

En el Nombre de tu Hijo Jesús, Padre deseo en este día, ofrecerte un sacrificio de alabanza. Unirme a la creación entera que canta y bendice tu poder y tu bondad. Te ruego que tome todas mis necesidades en tus manos; que me libres del peligro de no amarte, de no servirte, de no glorificarte, de no adorarte como te mereces.

Deseo, Padre Amoroso, honrarte y darte gloria, exaltar y glorificar tu Nombre en el Nombre poderoso de Jesús. Amen…amen.





El día que no lo alabo el alma se me entristece

Pues donde no hay alabanza el no debe estar presente

Un sacrificio tan grande no puedo pasar por alto

Tres veces le digo Santo aunque digan que estoy loco

SANTO – SANTO – SANTO